Un símbolo para el futuro venezolano

Cada lugar tiene símbolos e iconos que lo identifican. En algunos casos son grandes obras arquitectónicas, como el caso de la torre Eiffel, o maravillas naturales, como las cataratas del Niágara, pero independientemente de cuál sea el símbolo, todos sirven para identificar ese lugar. Todos utilizamos esas imágenes para describir no sólo las bondades del sitio al que nos referimos, sino también de los problemas que existen en el entorno.

En Venezuela la simbología ha sido utilizada ampliamente por los políticos para crear vínculos entre ellos y sus seguidores, particularmente por el gobierno, y en el 2018 hay un nuevo símbolo que todos ven, pero del que pocos hablan: el bolso escolar.

Para el año escolar 2018-2019, el gobierno del Presidente Nicolás Maduro ordenó la entrega de 4 millones de bolsos escolares. La ayuda estuvo dirigida a estudiantes del sector público, que en palabras del Ministro de Educación alcanza el 80% de la población estudiantil activa en Venezuela (aproximadamente 7 millones 200 mil estudiantes). Los bolsos fueron distribuidos a nivel nacional, y aunque no hay cifras oficiales de cuántos fueron entregados en Caracas, es posible verlos en cualquier lugar de la capital ya que la ayuda alcanzó a aproximadamente 55,6% de la población estudiantil.

Los principales receptores de los bolsos han debido ser niños y niñas. Niños como José Liborio, quien utilizaba su bolso mientras se dirigía hacia algún lugar de Caracas en compañía de su abuela. Sin embargo, vemos que quienes los utilizan son las abuelas, los hermanos, tíos primos y demás familiares que se ven en la necesidad de utilizar un bolso para llevar sus objetos personales o las compras del día.

Para algunos esos bolsos se han convertido en el símbolo de la miseria. El símbolo de padres y madres que no tienen los recursos económicos necesarios para comprar los útiles escolares. El símbolo de niños y niñas que por diferentes circunstancias han tenido que abandonar la escuela. El símbolo de familias separadas porque miles de venezolanos han migrado en busca de un mejor futuro. En el símbolo de un pueblo que espera paciente por las dádivas del gobierno para sobrevivir en un país que está cada día más lejos de cumplir con los objetivos del desarrollo sostenible.

Y es que con este panorama cabe preguntarse ¿qué tipo de desarrollo hay en Venezuela? ¿qué tipo de desarrollo podemos tener en Venezuela? Para mí las respuestas son muy simples: en estos momentos no hay desarrollo en Venezuela y por eso tenemos una gran oportunidad para repensar qué tipo de desarrollo debemos tener. En mi opinión, ese desarrollo debe comenzar por el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4: garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos y todas. Para lograrlo necesitamos trabajar en pro del cumplimiento de diversos objetivos, incluyendo: garantizar una vida sana (ODS 3), terminar con el hambre y la desnutrición (ODS 2), garantizar que el trabajo del personal docente está bien remunerado (ODS 8).

Pero sobretodo, Venezuela necesita que el gobierno cree alianzas estratégicas para lograr los objetivos, tal y como lo prevé el ODS 17. Estas alianzas deben ser no sólo con instituciones extranjeras sino también con organizaciones nacionales porque los objetivos del desarrollo sostenible solo pueden alcanzarse con la participación de la mayoría.

La población venezolana no puede seguir siendo receptora pasiva de ayudas, porque para alcanzar los ODS necesitamos que quienes residen en el país participen de forma activa en la creación de una sociedad más pacífica e inclusiva (ODS 16), y en el camino convertir esos bolsos escolares en símbolos de esperanza y desarrollo.

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